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Levantan y torturan supuestos militares a 2; sólo 1 sobrevive

11 Abril 2009

Staff
El Diario
Presuntos elementos del Ejército Mexicano “levantaron” el martes por la mañana a dos residentes de la unidad habitacional Benito Juárez y luego de dos días de tortura los abandonaron la madrugada del jueves atrás del Cerro del águila, donde uno de ellos murió.
Sergio Fernández llegó por su propio pie a la casa de su madre y reveló que su amigo Javier Eduardo Rosales Rosales, de 21 años, falleció mientras escapaban, pero el cuerpo fue localizado 24 horas después durante un rastreo realizado por familiares y amigos.
El sobreviviente explicó que Javier, alias “El Filo”, estaba tan lastimado que no pudo caminar mucho y murió, por lo que él tuvo que abandonar el cadáver para buscar ayuda.
La tarde del jueves la familia de Javier realizó un rastreo en la zona descrita por Sergio y no localizaron el cuerpo, por lo que la noche del mismo día acudieron a la Subprocuraduría de Justicia en la Zona Norte y a la delegación estatal de la Procuraduría General de la República (PGR).
Sin embargo, en ninguna de las dos dependencias les permitieron denunciar ni la desaparición del joven, ni el abuso de los militares.
Ayer a las 10 de la mañana la familia y amigos de “El Filo” reanudaron el rastreo y dos horas después encontraron a Javier.
“¿Qué les hizo mi hijo?”, cuestionó llorando Margarita Rosales, mientras se dejaba caer desolada en el camino de terracería.“Nos tardamos tanto en llegar”, lamento Fernando, tío de la víctima.
Todos los participantes del rastreo expresaron su enojo y el grito común fue ¡soldados asesinos!.
El hallazgo ocurrió a las 12:00 horas, sin embargo, la primera unidad oficial llegó hasta las 13:40 horas, cuando medio centenar de policías municipales, estatales, federales y personal castrense rodearon el área.
La familia pidió justicia y castigo para los militares de la unidad 2321370, a los que señalaron como los responsables del “levantón”.
Luego del levantamiento del cadáver realizado por personal del Servicio Médico Forense, la Subprocuraduría reveló que la víctima presentó escoriaciones en pómulo izquierdo, la mejilla derecha y la nariz como huellas externas de violencia.
Además, heridas por fricción en abdomen de lado derecho y ambos pies, según establece el protocolo de comunicación.
“Fue muy golpeado”, revelaron los peritos de la dependencia estatal.
Por seguridad, la madre de Sergio Fernández optó por trasladarlo a un hospital en El Paso, Texas. Toda la familia se mudó a la vecina ciudad ante el temor a represalias, ya que consideraron que sus vidas corren peligro ante la gravedad de los hechos.
Ayer se buscó una versión oficial del Ejército Mexicano, pero hasta el cierre de esta edición el vocero del Operativo Conjunto Juárez, Enrique Torres Valadez, no respondía a los cuestionamientos realizados.
LA HISTORIA
La mañana del martes 7 de abril, Sergio, Javier y otros jóvenes pasaron la noche ingiriendo bebidas alcohólicas con una amiga que radica en la misma colonia.
El tiempo transcurrió y por la mañana decidieron salir a comprar más cerveza, narró Margarita Rosales, mamá de “El Filo”.
“Se les hizo fácil salir a comprar más y apenas habían caminado unas calles cuando fueron ‘levantados’ el martes a las once de la mañana”, dijo al ser entrevistada en el exterior de su vivienda.
La madre de familia pidió a El Diario acudir a su casa porque desde muy temprana hora había visto pasar vehículos del Ejército por la colonia y tenía miedo.
“Desde ese momento ya no supimos nada, los anduvimos buscando en (la estación de Policía) Aldama, en la Subprocuraduría, en la PGR, pero en ningún lado nos dieron razón, de ahí se hizo de noche y no supimos nada, el miércoles fue igual”, suspiró.
Durante las primeras horas del jueves Sergio logró llegar a su casa y de inmediato su familia lo trasladó al Hospital de la Familia donde fue internado.
En una entrevista concedida a una televisora, Sergio expuso que los introdujeron a una habitación donde los torturaron para que dieran la dirección del lugar donde venden droga en la colonia. Fueron desnudados y les quitaron los tenis que traían.
Indicó que Javier fue más golpeado porque traía un tatuaje y le dijeron que era integrante de la banda “Los Aztecas”.
Aseguró que en la misma habitación había más personas que, al igual que ellos, también eran torturadas y que por estar cubiertos del rostro no lograban ver.
Mencionó que con la cabeza cubierta a ambos los llevaron al cerro. El trayecto fue corto, por lo que pudieron estar en las instalaciones de la Guarnición Militar.
Dijo que no llevaban su ropa puesta, ya que se las habían quitado y les dieron otra, aunque sin calzado. Los soldados los llevaron al cerro y los dejaron ahí.
Sergio denunció que con burla, los militares los bajaron de la unidad oficial y les arrojaron piedras para obligarlos a correr entre cactus, espinas y piedras.
Señaló que Javier iba demasiado lastimado y fue muy poco lo que pudo avanzar, cayó con los ojos en blanco y dejó de respirar. Sergio no tuvo otra opción que cubrir el cuerpo con unos cartones que encontró y seguir andando en busca de ayuda.
“Ellos anduvieron caminando un rato, Sergio habla de que recuerda tener a la vista la imagen de Benito Juárez, unas piedras blancas, unas casas como de madera, unos camiones como trailer y que salió por una calle que se llama La Perla”, agregó Margarita.
“El jueves en la mañana me habló la mamá de Sergio y me dijo: sabes qué mi hijo ya llegó pero viene muy golpeado”, expresó la madre de familia.
Ambas mujeres intercambiaron de inmediato información. “Lo que hice fue salir a la calle, yo paré una patrulla con unos militares y les dije lo que había pasado, ellos se ofrecieron a ir a buscar a mi hijo al cerro. Yo me fui al Femap para que Sergio nos diera más señas concretas y cuando localicé a mis familiares nos fuimos a buscar al cerro pero no encontramos nada”, lamentó.
En el rastreo participaron las unidades 447 y 472 del Distrito Chihuahua, pero no hubo resultados positivos.
Por la noche, la familia de Sergio les notificó que debido a la presencia de agentes federales en el hospital, decidieron trasladarlo a El Paso.
“Sergio fue trasladado al hospital allá porque supuestamente ya se lo querían llevar los federales, querían sacarlo del hospital y como es ciudadano americano su mamá optó por llevárselo a El Paso desde ayer por la noche”, informó.
NO LOS ATIENDEN
La tarde del jueves la familia Rosales se dirigió al cerro y cuatro horas después de explorar la inhóspita zona desértica, se dirigieron a la Subprocuraduría de Justicia, luego a la PGR y finalmente regresaron a sus hogares sin la más mínima esperanza.
“He ido a Previas a la PGR y en ningún lado procede la demanda porque como dicen que ya declaramos que fueron ‘levantados’ por los federales y los militares, me dicen que tengo que ir al Módulo de Quejas que está en la Francisco Villa, ya no sé dónde tengo que poner la queja, pero la realidad es que quiero que me ayuden a buscar a mi hijo”, dijo entonces la madre de la víctima.
Destacó la negligencia y desinterés de las autoridades en sus tres niveles de gobierno, que a pesar de que Sergio Fernández ingresó severamente golpeado al Hospital de la Familia, el Ministerio Público no acudió a tomarle la declaración de hechos en torno a las lesiones que presentó.
EL RASTREO Y HALLAZGO
“Mi hijo es técnico radiólogo, trabajaba en un hospital y aunque sí es vago, no merece que lo traten de esta manera y menos por parte de elementos del Ejército Mexicano”, planteó la madre de familia, poco antes de dirigirse con los reporteros una vez más al cerro.
“Creo que mi hijo ya está muerto, quiero encontrarlo”, expresó y luego guardó silencio.
Para llegar a la zona descrita por Sergio Fernández se ingresa por el Parque Extremo. La familia se mantuvo por la zona que da al rostro de Benito Juárez.
Margarita y sus hermanas, sobrinos y vecinos, iba al frente del contingente, mientras que los amigos de “Filo” se habían adelantado varios metros pues llegaron poco antes.
La madre resbaló, tropezó, se golpeó y sus brazos y piernas sufrieron rasguños, pero no desistió.
A lo lejos se escuchó un grito ‘¡aquí está!’ y fue cuando la mujer no pudo más.
Cayó de bruces y soltó el llanto, luego su cuerpo se estremeció al no poder contener el vómito provocado por el dolor, el estrés, el cansancio y el coraje.
Su hermana la sostuvo y ambas empezaron a caminar hacia el lejano lugar donde señalaban el hallazgo de Javier.
Uno de los amigos conducía un Jeep y esperó a las mujeres para llevarlas hasta una colina. Cuando llegó Margarita y vio el cuerpo de Javier la escena provocó el llanto general.
“¿Qué les hizo mi hijo, qué les hizo mi hijo?”, gritó mientras personas allegadas la abrazaban para impedir que llegara hasta el punto exacto donde estaba el cuerpo inerte de “Filo”.
“¡Ni que fuera narco, hijos de su puta madre!”, gritó un amigo de la víctima, al tiempo de llevar sus manos al rostro y soltar el llanto.
“Nos tardamos mucho en llegar”, lamentó Fernando Rosales, uno de los tíos de Javier y quien se dejó caer desolado y con el rostro cubierto por las lágrimas.
Nadie daba crédito a lo que pasaba. El jueves estuvieron ahí y no estaba el cuerpo, por lo que presumen que los militares lo encontraron antes, le pusieron la ropa que traía y luego lo colocaron en un punto donde la familia pudiera encontrarlo.
“Aquí no estaba el cuerpo, aquí no estaba”, aseguraron todos los presentes.
Se le llamó a la autoridad ministerial del hallazgo y luego de hora y media acudió la primera patrulla. Irónicamente, en cuestión de minutos el lugar fue sitiado por medio centenar de agentes de todas las corporaciones.
Todos los participantes del rastreo expresaron su enojo, el grito común fue ¡soldados asesinos!.
LOS SEñALAMIENTOS
Raquel García, propietaria de la vivienda donde estuvieron bebiendo los jóvenes la noche del lunes y madrugada del martes, dijo que los militares los molestaron durante toda la semana, incluso el miércoles ingresaron a su casa sin orden de cateo e intentaron violentar sexualmente a su hija adolescente, pero ella lo impidió.
Expuso que la unidad responsable del “levantón” de Sergio y Javier fue la 2321370, la cualpertenece al grupo que dirige un militar al que identificó como capitán Molina.
“Los conozco, son boinas rojas y lo sé porque yo trabajo con un grupo de mujeres que presta servicio (sexual) a los militares y ellos me piden que les mande muchachas. Yo lo digo, no tengo nada qué esconder porque esto que hicieron no tiene madre”, expuso indignada.
“Entre ellos se encuentra otro elemento que se llama Bryan, él iba con ellos”, sostuvo.
La mujer afirmó que ya recibió amenazas vía telefónica de que la van a “cargar” con droga, por lo que prefirió revelar el modo que se gana la vida para que después los militares no le finquen cargos falsos.
Ayer se informó por parte de la Subprocuraduría de Justicia en la Zona Norte que elementos de la Unidad Especializada de Investigación de Delitos contra la Vida, investigan este homicidio.
Fuente:
11 Abril 2009
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